Agradeciendo la vida que tuvimos, que tenemos y que
tendremos.
Perdonando y perdonándonos los errores cometidos, las
ofensas sufridas, las malas decisiones, dejando ir, en lo posible, los dolores,
las heridas y los agravios del pasado.
Levantándonos de las caídas. Aprendiendo con cada
sufrimiento, de cada tropiezo, de cada espina, de cada dolor.
Poniéndose de pie, respirando hondo, abriendo los
ojos, mirando hacia adelante, recuperando los rastros lejanos de aquello que
nos hizo felices.
Inventándonos un par de alas impulsadas por la fuerza
del alma. Y volar sin ningún tipo de vergüenza, alto muy alto.
Soñando utopías mientras se abre el camino. Aunque
nunca se alcancen las metas.
Pintando la vida de todos los colores. Huyendo de la
rutina. Negándose a todo lo que sea mediocre, humillante, inferior,
descalificante.
Abriendo las ventanas. Respirando todo el aire que se
pueda. Ignorando agravios, envidias, competencias inútiles, rivalidades,
bajezas.
Dando todo el amor que la sangre aguante. Sin
preguntar. Sin dudar. Sin calcular. Sin esperar devolución. Dar por la simple alegría
de dar.
Iluminando a los otros con nuestras palabras, hablando
para construir. Sin ofender. Sin hërir. Sin culpar ni juzgar. Abriendo puertas
y ventanas. Con compasión. Ëticamente.
Desterrando ideas como, “no se puede”, “no lo sé”, “no
alcanzo”, “no me importa”, “no me interesa”, “no sirvo”, “no es para mí” y
todos los ”no”, los “nunca”, los “jamás”, y todos los collares de prejuicios.
Ignorando las barreras de “es tarde”. “no es
oportuno”, “nunca se hizo así”, “que va
a decir la gente”, “eso es para los jóvenes]”, “eso no se dice” “de eso no se habla”, “está pasado de moda”,
“es ridículo”.
Mirándose al espejo y viendo en cada arruga la
experiencia, en cada cana una verdad y en el fondo de la mirada al niño
ingenuo, dulce y afectuoso, que fuimos o que aún somos. Ser jóvenes aún contra
el reloj y el almanaque.
Sintiéndose vivo, escuchando al corazón, recuperando
el alma.
Silvio Lerer. Reflexiones
para el curso dictado en la Asociación de Abogados de Buenos Aires, octubre
2010.
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